El uno de octubre Clayton Riddell viaja a Boston por una entrevista de trabajo y de repente, cuando pasea por el parque, se topa con escenas tan inexplicables como espeluznantes. Personas que están hablando por el móvil y a las que, de repente, se les desencaja el rostro y se convierten en monstruos asesinos: atacan y matan a quien encuentren alrededor, balbucean sonidos ininteligibles. Empiezan a escucharse explosiones, alarmas, se producen incendios, no se puede sintonizar la radio ni la televisión, dejan de funcionar todo tipo de conexiones y todo resquicio de orden desaparece. Es el caos absoluto. Clay asiste perplejo a los acontecimientos. En su intento por ponerse a salvo se encuentra con otro hombre, Tom McCourt, y con una adolescente, Alice, que también han sobrevivido a la transformación. Entre los tres acaban de confirmar sus sospechas: no tienen claro qué es lo que está pasando, pero es algo que se propaga por teléfonos móviles. Clay está además preocupado por su familia. Su ex mujer no tiene móvil, pero sí su hijo, a quien él mismo se lo había regalado para situaciones urgentes. Angustiado por lo que les pueda haber sucedido, Clay y sus compañeros van en busca de Johnny, intentando sobreponerse a las circunstancias y estudiando el comportamiento de estos extraños monstruos que hasta hace nada eran humanos: descubren que no actúan de noche porque necesitan "recargarse" escuchando música, que se mueven en masa mediante señales telepáticas cada vez más premeditadas y que se comunican con los humanos hablándoles en sueños. La mujer de Clay ha sido víctima de la gran destrucción pero su hijo parece haber sobrevivido. Clay y sus dos compañeros siguen su pista. De ciudad a ciudad, avanzando entre cadáveres y zombies asesinos, dan con Johnny; pero ya no es el Johnny de antes. Quizás algún día aprenda de nuevo a ser un niño "normal". La intensidad del mensaje de los móviles se va debilitando pero... el mundo tal y como lo conocemos ha pasado a la historia.