Sally Salinger, abandonada por su marido hace cuatro años, mantiene abierta la agencia de detectives en
la trastienda del salón de manicura. Ha estado practicando tiro y ahora es sólo cuestión de esperar a que
las cosas se compliquen. Siempre lo hacen.
La vieja central nuclear abandonada sigue siendo una fuente de problemas, aunque esta vez están
relacionados con los presuntos líos de faldas del nuevo propietario, el potentado Douglas Sweet, cuyos
adictivos caramelos energéticos están sometiendo a toda la juventud de la zona. Para promocionar la
marca, Sweet ha puesto en marcha el Atomic Rock Contest, un festival organizado por la misteriosa
Gabriela, una chica de pasado turbio que quizá tiene la respuesta a muchos de los enigmas que sobrevuelan
el municipio de Trituro.
Caramelos atómicos es una sombría intriga coral en la que Anthony Pastor nos trae de vuelta a los
personajes que conocimos en Castilla Drive para recordarnos que a la hora de eliminar el estrés, no hay
nada como vaciar el cargador.
De madre gala y padre español, Anthony Pastor nació en 1973 en Francia, aunque nunca se quedó
mucho tiempo en el mismo sitio. El dibujo y los tebeos le apasionaron desde muy pequeño y ya le
iban a acompañar siempre, primero durante su adolescencia en Madrid, antes de volver a cruzar los
pirineos para matricularse en la Escuela de Artes Decorativas de París, y más tarde en Inglaterra,
mientras se ocupaba en trabajos teatrales y otros oficios. Durante esos años maduró las historias que
llevaba en su cartera hasta que en 2006 vio la luz su primera novela gráfica, Ice Cream, a la que
seguirían Hotel Koral, Las Rosas y Castilla Drive (premio al Mejor Polar en el Festival de Angoulême
2013), esta última publicada por Ediciones La Cúpula.