Madrid, a comienzos de los años 80. Un
grupo de chavales atraviesa la encrucijada
hacia la vida adulta en uno de esos barrios
en los que el Naranjito pasó dejando poca
huella y la Movida ni siquiera puso un pie.
La rumba gitana, el tecno, el punk y el rock,
pero sobre todo el heavy, le ponen banda
sonora a esos días siempre iguales, en los que el reloj marcha lento y la vida se hace
eterna. Días de un mundo violento, donde imperan la heroína, el alcoholismo, el
machismo, la homofobia y el clasismo. Un mundo en el que los chicos aún cargan la losa
invisible de la masculinidad franquista y las chicas comienzan a intuir que existen techos
de cristal. Días en los que hay que decir adiós a lo que has sido para convertirte en algo
que no sabes si quieres ser. Días de inmortalidad.