Natty es la joven princesa del reino de Orquidistán. Pero ser hija única encerrada en un
palacio maravilloso no es de lo más divertido. Y eso a pesar de su graciosísima vaca de
compañía Gaai. Natty no tiene mucho más que hacer que esperar a que sus padres le casen
con un príncipe vecino. Cuando llega el día de elegir entre los pretendientes, Natty se rebela,
no puede aceptar elegir un hombre con el que será infeliz y sacrificar con él el resto de sus
días. Ella quisiera ver el mundo y salir de palacio. Pero eso es impensable, está condenada a
muerte por su atrevimiento. Sin embargo, Natty consigue escapar y la persecución termina
llevándola justo donde soñaba llegar: con su pueblo, en la ciudad baja. La sorpresa es
inmediata: la ciudad está poblada de intocables, que sobreviven en una ciudad oscura y sucia.
Ellos mismos son gente enferma y pobre que tiene que convivir además con los Kools, unos
animales sagrados que no dudan en destruir todo a su paso. Pero hay una esperanza, un
joven intocable, Sami, se propone ayudarla a regresar a su mundo, un mundo con el que él
también sueña, un mundo lleno de sol.
Natty entusiasmará a los más jóvenes sin duda! Están reunidos los ingredientes para
preparar una buena salsa: una princesa quiere escapar de su ordenada vida, es atrevida y
curiosa, pero sin la ayuda de un joven de corazón generoso, no puede enfrentarse a las
dificultades de la realidad. El gran guionista Éric Corbeyran nos sorprende de nuevo con un
guión de lo más inteligente. Se nota inmediatamente que la lectura es doble: por un lado
tenemos el dibujo limpio de Melvil, que recuerda un poco los dibujos animados, y que
acompaña un guión rico, divertido y bien rodado, y por el otro, tenemos el planteamiento
mismo del paso a la edad adulta. ¿Qué podemos contestar a las exigencias de nuestros
padres? ¿Es importante nuestro aspecto físico? ¿Debemos valorar la gente según este criterio?
¿Cómo reaccionar a los obstáculos con los que nos encontramos en la vida real?... Todos los
adolescentes se verán confrontados un día con esas preguntas, y más. Natty, con la ayuda de
una historia llevadera, sencilla y divertidísima, nos enseña que las transiciones, aunque
cuesten, son para mejor.