Durante 10 años el patinaje artístico lo fue todo para Tillie Walden.
Se despertaba antes del amanecer para los entrenamientos matinales, se dirigía
directamente al entrenamiento en grupo nada más salir del colegio, y pasaba los fines de
semana compitiendo en pistas de hielo por todo el país. El patinaje era una pieza clave
de su identidad, un refugio seguro donde desconectar del estrés del colegio, el bullying
y la familia.
Con el paso del tiempo, comenzó el instituto, se interesó por el arte y se enamoró de la
que sería su primera novia, y empezó a cuestionarse cómo encajaba el cerrado mundo del
patinaje artístico con el resto de su vida.
En esta emotiva y cautivadora memoria gráfica, la ganadora de dos premios Ignatz Tillie
Walden capta a la perfección lo que es hacerse mayor, salir del armario y aceptar dejar
atrás todo lo que uno solía ser.