Tras décadas de guerra, las tribus de Tiste Edur por fin
se han unido bajo el mando del rey Warlock. Pero la
paz tuvo un alto precio. Al sur, el reino en expansión de
Lether ha devorado a todos sus vecinos menos civilizados
salvo a uno y ha fijado su objetivo en las tierras
fértiles de Tiste Edur. La rendición de las tropas parece
inevitable: si no es por el peso sofocante del oro, lo será
por la fina hoja de la espada, dispuesta a provocar una
matanza. Al menos, eso parece haber sentenciado el
destino.